¿Es normal que el color de la piel de los bebés cambie?
El color de la piel del bebé es una característica que llama mucho la atención a los padres. Sorprende que al nacer presente una tonalidad diferente a la que tendrá algo más tarde y que en ciertas posturas o con el llanto cambie a un color más intenso. Según pasan los días estas variaciones van dejando de darse hasta que el tono de piel se estabiliza.
Cuando vemos por primera vez al bebé tras el parto nos sorprende su color, en ocasiones es de un rojo amoratado y con una sustancia blanquecina por encima (ésta es la vérnix, una capa de grasa que ha protegido su cuerpo durante el embarazo y que se reabsorbe sola a los dos o tres días del nacimiento).
El color amoratado se debe al esfuerzo que ha realizado para atravesar el canal del parto, pero va desapareciendo en las horas siguientes, hasta dar lugar a un tono mucho más rosado.
En algunos casos el bebé puede seguir teniendo amoratadas ciertas zonas del cuerpo como son los pies y las manos, debido a que la circulación sanguínea todavía no está bien establecida, pero este color debe corregirse en cuanto cumpla sus primeras 24 horas de vida. Si no ocurre así y el tono permanece hay que comentárselo al médico o neonatólogo.
Los niños que nacen por cesárea son una excepción, llegan al mundo con un color estupendo, más bonito y natural, sonrosadito y nada amoratado porque se han ahorrado el esfuerzo del parto.
Una vez que estamos ya en casa, el bebé puede sufrir otras variaciones en su tono de piel.
- Puede presentar una piel con un cierto tono amarillento. Puede presentarla así entre el segundo y el séptimo día de vida. Se debe a la ictericia, que es la acumulación de un pigmento amarillo (bilirrubina) en la sangre. Para solucionarla bastará con exponer al niño a la luz solar 10 minutos al día. Si no mejora, ve al pediatra.
- En ocasiones podemos observar que las uñas y labios se tornan amoratados. Ante una bajada de temperatura, el cuerpo mantiene calientes los órganos vitales, en detrimento de las partes más “prescindibles” que adquieren este color. Tenemos que evitar exponer al bebé al frío y a las corrientes de aire directas.
- Si el niño llora o se esfuerza con la tos, o con el hecho de hacer caca, se pondrá colorado (no tiene importancia) y también cuando permanezca mucho tiempo echado en la misma posición. Para evitarlo, cámbiale de postura de vez en cuando.
- Palidez grisácea extrema. Es el tono más alarmante, pues suele denotar infección. Si tu hijo lo presenta, ve a urgencias inmediatamente.
Además del color, otra peculiaridad sorprendente de la piel del recién nacido es que es tan fina y tiene tan poca grasa que permite ver las venas y los capilares a través de ella.
Esta característica está muy acentuada en los prematuros, que poseen una piel casi transparente. A medida que los niños van ganando peso, la piel se les va engrosando y las venas dejan de apreciarse a simple vista.
Así que vigilemos la tonalidad del color de la piel de nuestros bebes para contribuir a su mejor desarrollo.
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Dra. Montserrat Pérez – Dermatóloga (Nº col 10630)
Clínica Dermatológica de Moragas – Carelia Petits